(Premio de Novela Ángel Miguel Pozanco)
Editorial Liber Factory, Madrid, 2015
(Disponible en papel y en formato digital)
Llega un nuevo circo al circo de la ciudad. Se instala en medio de la confusión cosmopolita, del ordenado caos. Pero el circo que ha llegado no se llena hasta que Caramuerto, uno de sus componentes, encuentra colgado a Miracielos —expayaso desde que obtuvo lo que deseaba, desde que lo destruyó la buena suerte— en la caravana de este último. ¿Un simple suicidio? Entonces ¿por qué el circo que ha llegado se llena repentinamente de espectadores del otro circo, del circo de la vida cotidiana?
En pleno año electoral, donde hasta las piedras hablan de política, huir de la realidad mediante la lectura apetece un montón. Sin embargo, leer a José Ángel Ordiz no te ofrecerá ese chute que tanto anhelas de fantasía. No es Laura Gallego, vaya. Por el contrario, llegarás a la nada agradable conclusión de que el ser humano es corrupto por naturaleza y tiende al mal. Quizá ya lo sospechabas después de oír las noticias.En su última novela, Circo (Liber Factory, 2015), tendrás más de un ejemplo para mirar a tus semejantes con una nueva dosis de recelo. Puede que detrás de esa ancianita simpática que cruza la calle se esconda una asesina implacable. Tal vez ese circo que llega a tu ciudad y se asienta en cualquier descampado no resulta tan amable ni tan bonito como parece. Ordiz nos revela su trastienda, las sombras que se ocultan tras la luz de los focos y el maquillaje de los payasos.Caramuerto, uno de los miembros, encuentra colgado en su caravana al enano Marcial. Este antiguo payaso ganó un buen pellizco en la lotería, pero la morriña por la vida circense le hizo regresar junto a sus compañeros. Desde entonces, financia el circo al tiempo que no disimula su adicción a las drogas ni su atracción por las niñas. Cualquiera puede haber asesinado a un personaje tan abyecto como atractivo. Pero nadie habla, porque todos ocultan algo de lo que avergonzarse. Gustavo Vidal, el director, que la sobrina le «incendiaba el sexo». Hugo, el lanzador de puñales, el vicio del juego. Serena, su mujer, la falta de valor para abandonarle.El estilo de Ordiz —puro nervio de oraciones breves, concisas, de diálogos lacónicos— es seco, abrupto como el escenario donde se desarrolla la novela: «… la población costera lamida y roída por el Cantábrico». La obra sigue el orden lógico de una función: presentación, actuaciones y despedida. El autor no usa capítulos sino asteriscos para separar los fragmentos, algunos de apenas media página.Habría que estar loco para no admirar en Circo que nada sobra, nada falta. Que menos es más. Que es literatura sin concesiones, sin pelos en la lengua, sin tapujos. La recorre de cabo a rabo un pesimismo hacia el género humano que esconde un gran amor por la humanidad: «Tantos que beben para olvidar y tú lo recuerdas todo cuando bebes».